El señor de los árboles

Por
Juan José Hoyos

Antes de ponerse el saco y la corbata para irse a trabajar, el señor de los árboles se levanta casi todos los días con el sol y camina por las calles de mi barrio con los ojos puestos en el cielo, mirando uno a uno los árboles que ha sembrado durante muchos años. Mientras camina, habla con sus hijos; los toca; los acaricia; les arranca líquenes y hongos; los limpia de plantas parásitas dañinas que ha traído el viento. Si es verano, les echa agua. Cada cierto tiempo, les quita las hierbas y la maleza que los asfixian y les echa los abonos que compra con plata de su propio bolsillo.
El señor de los árboles es alto, grueso y de ojos azules. Y aunque hace tiempos es un hombre de ciudad, sus manos tienen la misma apariencia de las de un hombre del campo. Nació en la vereda Santa Isabel, situada en Andes, en el suroeste de Antioquia. Su familia fue propietaria de miles de hectáreas de bosques. Antes de que él naciera, su abuelo compró muchas tierras en los límites de Antioquia y Chocó para librarlas de la mano criminal del hombre y cuidar las cuencas de algunos ríos que todavía hoy surten de agua a miles de campesinos que habitan los valles de los ríos San Juan y Tapartó.
Trabajó durante años en empresas del Estado que fueron creadas para velar por la protección de las cuencas de los ríos y la conservación de los árboles. Pero no aguantó más cuando empezó a ver de cerca tanta politiquería, tanta corrupción y tantos abusos contra la Madre Tierra cometidos por esos funcionarios cuyo deber era hacer todo lo contrario de lo que hacían. Desilusionado, decidió conseguir un puesto de profesor en una universidad de Medellín. Sin embargo, jamás renunció al legado de su abuelo. Y en los últimos cuarenta años, trabajando solo, como un lobo de las estepas, o a veces con la ayuda de algunos estudiantes de Calasanz, pobló de árboles las cuencas de las quebradas y las calles de varios barrios del occidente de Medellín, entre ellas -muchas gracias, Don Nicanor, en nombre de todos - las calles de mi barrio. Por eso hoy esas calles están llenas de acacias amarillas y rojas, guayacanes rosados y amarillos, tulipanes africanos, mangos y gualandayes, flores de reina, cerezos del gobernador, confites, nísperos, acacias forrajeras, jazmines de la India?
Cada uno de esos árboles tiene una historia. Los muertos y los vivos. Entre los muertos, está "el árbol de mamá", una flor de reina que él sembró en memoria de su madre y que unos vecinos mandaron cortar. Está el árbol que cortó una empresa de vallas publicitarias para montar en su lugar un aviso invitando a votar por la senadora Piedad Córdoba. También están los árboles que mandó secar a punta de aceite lubricante el dueño de unos buses que se quejaba de que las ramas de los árboles estaban rayando las carrocerías de sus carros.
Entre los vivos, están los árboles que él siembra cuando muere un amigo. "Cada árbol tiene una historia" dice, mientras camina, llevando una carretilla con un árbol que piensa sembrar antes de que el sol esté muy alto. "Por ejemplo, este árbol. Aquí vivía un señor al que lo secuestraron y lo mataron. Yo lo sembré en su honor".
El señor de los árboles vive en una casa con un solar donde uno se siente como en una selva del trópico. El solar está lleno de árboles y helechos y bandejas de comida para los pájaros, que llegan a montones. En la mitad del solar hay un letrero que dice: "Prohibido cazar".
El señor de los árboles no dice su nombre. Dice que es un ciudadano más de nuestra ciudad que sólo está haciendo lo que debería hacer el Estado, lo que debemos hacer todos: cuidar la vida, cuidar la Madre Tierra, cuidar el aire que respiramos, cuidar los árboles.
A veces, el señor de los árboles se pone de mal genio. Sucede cuando llegan los trabajadores del Municipio de Medellín armados de motosierras y empiezan a cortar los mismos árboles que él ha sembrado con paciencia durante décadas. Ellos dicen que lo hacen para que no dañen las líneas telefónicas y eléctricas. Él les dice que hoy ya existen cables eléctricos ecológicos que pueden convivir sin problemas con los árboles. Pero ellos no le hacen caso, piensan que está loco, y siguen con su tarea de muerte. Detrás de ellos va un camión con una trituradora que convierte en aserrín, en un abrir y cerrar de ojos, cada rama, cada trozo de árbol que ellos cortan. De vez en cuando, el señor de los árboles también pelea con los trabajadores del Municipio que vienen a podar los árboles. "Ellos no los podan, los mutilan" dice. Cuando ve que llegan al barrio contratistas de las Empresas Públicas, él gasta varias horas de su día vigilando las cuadrillas de obreros que rompen las calles y las aceras para que no vayan a tocar las raíces de sus hijos porque ya han matado a varios.
La semana pasada me levanté a recorrer con él las calles de mi barrio y a sembrar unos cuantos chumbimbos, unas acacias amarillas, un tulipán africano? Entonces me di cuenta de que el señor de los árboles es un hombre terco. "Vea" me dijo, mostrándome un hueco. "Aquí he sembrado más de cinco y todos se los han robado? Pero hoy voy a sembrar otro?". Le dije que yo quería sembrarlo. Era un chumbimbo. Cuando acabamos, los dos estábamos sudando porque en el cielo el sol ya estaba muy alto. "Ya tiene su árbol en el barrio" me dijo él, con una sonrisa, viéndome echarle agua con una regadera. "Espero que tenga muchos más". Sus palabras me quedaron resonando. Desde ese día, lo confieso sin pena, cada que paso junto a él, le hablo y le toco las hojas. Si no hay gente cerca, a veces hasta me orino en sus raíces para que crezca rápido, antes de que se lo roben.
Colombia es un país de contrastes. De un lado, por ejemplo, tiene parlamentarios que son capaces de aprobar con trampas, a pupitrazo limpio y sin el menor asomo de vergüenza, una ley que permitirá a las compañías madereras convertir en aserrín millones de árboles de nuestros bosques, despojando "legalmente" de sus tierras a miles de negros y de indios que los habitan desde hace siglos; una Ley Forestal que debería más bien llamarse La Ley de las Motosierras?
Pero del otro lado, gracias a Dios, Colombia también tiene gente que no sólo piensa en el dinero y que ama la vida y lucha por ella cada día? Como el señor de los árboles.
(El Colombiano 2 de Enero 2006)

ALGUNOS DE LOS ÁRBOLES MAS COMUNES


El Almendro
Originario de Malasia, es caducifolio muy llamativo por el rojo intenso del follaje antes de caer. Apropiado para zonas verdes amplias.



Gualanday
Diámetro del tronco 40 cm. Crecimiento muy rápido. Longevidad media a larga. De follaje traslúcido. De clima cálido y húmedo. En época de floración es muy llamativo. Se propaga por semilla.



Mango
Árbol muy grande, de corteza resinosa y aromática. Diámetro del tronco un metro. De crecimiento medio. Longevidad prolongada. Ideal en clima seco. Propagación por semillas.



Ceiba
Árbol muy grande, en Medellín. Su crecimiento puede ser del 50 al 60 por ciento de su dimensión. de gran longevidad. Diámetro del tronco tres metros. Muy apreciado como ornamental y para sombra.



Tulipán
Árbol mediano. Él tronco alcanza 60 cms, de diámetro, de follaje tupido la mayor parte del año. Los capullos contienen un agua de mal olor y sabor que sale cuando la aprietan, por lo que lo llaman la miona.



Guayacán
Lo hay amarrillo, rosado blanco y polvillo, diámetro del tronco un metro. Crecimiento rápido y vida larga. Su madera es de gran utilización para «pisos y construcciones. Originario de Colombia y Venezuela.



Casco de vaca
Árbol mediano, tronco de 40 cm. de diámetro. Es caducifolio, de raíces profundas y algunas superficiales que causan problemas en aceras o pavimento. Crecimiento medio rápido.



Lluvia de oro
Árbol mediano. Tronco de 30 cm. de diámetro, Flores muy vistosas y fragantes. Crecimiento rápido y vida corta a media, Originario de Asia tropical. Propagación por semillas. Apropiado para todo tipo de zonas.

La cifra

En Medellin se calcula que hay sembrados mas de 2 millones de arboles, segun datos de Obras Publicas.

Sembrar un árbol requiere de asesoría técnica

No hay árboles malos para la ciudad, sino sembrados donde no deben estar porque pueden ocasionar perjuicios a los seres humanos que pueden hasta amenazar la seguridad. Asesórese antes de plantarlos.

Reciba las recomendaciones de expertos

Acudir a una asesoría técnica no está demás para que no vaya a cometer errores involuntarios que puedan ocasionar la muerte de un árbol o perjuicios a los seres humanos. Se recomienda para sembrar en zonas verdes amplias, tales como parques, bosques recreativos, glorietas, orillas de quebradas, orejas de puentes y separadores centrales, con un ancho superior a dos metros especies arbóreas como: Guayacán rosado, amarillo, blanco o polvillo; Tulipán africano, Cadmía, Majagua, Quiebrabarrigo, Acacia amarilla, Ceiba, Casco de vaca, Lluvia de oro, Flor de reina, Madroño, Aguacate, Aguacatillo, Almendro, Búcaro, Mango, Guayabo, entre otros.
Para sembrar en zonas verdes de poca área como ante jardines, separadores centrales de poca amplitud, especies arbustivas como Granado, Curazao, Azulina, Totumo, Cata-pe, Palma areca, Carbonero, Achiote, Chagúalo, Aralia, Jazmín de noche, San Joaquín, Jaboticaba, Azahar de la india, Clavellino, Grosella, Platanillo, Francesino, Cerezo del gobernador, Francipan, Carambolo, Cacao y Saúco.

Los frutales

Hubo una época en la que proliferó la siembra de árboles frutales: cerezos del gobernador jaboticaba, mangos, guayabas, madroños y nísperos, principalmente, que aún hoy deleitan y enriquecen el espíritu y los paladares de niños, abuelos, pájaros y mariposas.
Por la autopista, costado occidental, es común ver a los transeúntes subirse a los guayabos. En la avenida Colombia hacia la 65 y en Las Vegas, los mangos se convierten en una solución económica momentánea.
Pero en muchos casos cuando no están en el sitio indicado se pueden convertir en un problema. "Por ejemplo la palma de coco es muy bonita pero al caer los frutos se vuelve peligrosa, pueden aporrear una persona o dañar un carro", explica Antonio López, tecnólogo agropecuario.
Además pueden convertirse en un conflicto a la hora de cogerlos si no se hace de la manera adecuada.
"Hay muy poca flora nativa y hay un trabajo por hacer desde nuestros herbarios porque son muy pocos los que quedan, de acuerdo al último inventario que se hizo", señala Angela Uribe, funcionaria de la Secretaría de Obras Públicas.
El Área Metropolitana iniciará un estudio de identificación de los árboles de Medellín: su estado fitosanitario, altura, si hay que hacer reposición, con el fin de planificar la intervención futura.
Ahora con el proyecto de convertir Carabobo en pasaje peatonal. "Esta zona, de mucho cemento, necesita árboles frondosos que den más frescura y sombra", afirma Gabriel Maya.
El árbol es el rey del entorno urbano, el purificador del aire y el alimento del espíritu ciudadano.

Para tener en cuenta

El hombre poco a poco toma conciencia de su responsabilidad y los entes oficiales obligaciones. Algunas características que se deben tener en cuenta para la siembra de un árbol:
Que tenga un sistema radicular y una altura proporcional al área de siembra, de modo que no afecte viviendas, aceras, alcantarillas, acueductos, cables subterráneos, líneas aéreas y en general cualquier obra civil.
Con respecto al entorno el árbol debe poseer forma y belleza de copa, flores, frutos y follaje. Además, alta resistencia a plagas y enfermedades, y tiempo de vida medio o largo.
Sus componentes no pueden atentar contra la integridad y bienestar de la comunidad, deben tener resistencia a la contaminación atmosférica y a las condiciones de los suelos urbanos.
Igualmente, el sitio de siembra definitivo deberá ser de un tamaño y profundidad tal, que permita un buen desarrollo de la raíz.
En lo posible abolir la siembra de árboles caducifolios (que se les cae la hoja en el tiempo desfavorable) con el fin de evitar excesivo trabajo de limpieza de calles, exceptuando aquellos de flores.
La introducción de nuevas especies en el perímetro urbano, deberá contar con el visto bueno del departamento de Paisajismo y Arborización del municipio de Medellín.
Debe procurarse la homogeneidad en la siembra de árboles tanto en áreas amplias como reducidas, prefiriéndose en lo posible especies de florescencia y fructificación.
Los arbustos deben sembrarse distanciados entre mínimo tres metros y los árboles a una distancia mínima de seis metros, de acuerdo al follaje para que se pueda desarrollar normalmente.
No se deben reproducir los Pinos Ciprés, Eucalipto, Cauchos, Laurel, Carbonero Zorro, Urapán, Pino Patula.
Otro factor que es muy importante tener en cuenta es sembrar árboles debajo o cerca de luminarias. Es habitual ver a funcionarios de las Empresas Públicas podando los árboles porque impiden la iluminación.

El Arbol, rey del entorno





  • Niños, Abuelos, pájaros y mariposas enriquecen su corazón con sus frutos.


  • Medellín es una ciudad líder en conservación y siembra de árboles. Hay más de dos millones.


Guayacán, Tulipán africano, Cadmía, Majagua, Quiebrabarrigo, Jazmín de noche, Acacia amarilla, Ceiba, Casco de vaca, Lluvia de oro, Flor de reina, Madroño, Aguacate, Grosella, Aguacatillo, Almendro, Búcaro, Mango, Guayabo, Granado, Curazao, Carbonero... y pare de contar, son el inventario de una ciudad muy arborizada, en la cual estos "individuos" del reino vegetal pasan casi siempre desapercibidos.
Medellín es una de las ciudades líderes en la conservación y la siembra de especies arbóreas más hermosas: se calcula, según datos proporcionados por la Unidad de Paisajismo de la Secretaría de Obras Públicas, que hay en la ciudad más de dos millones de especies plantadas.
Esto constituye un gran aporte en la disminución del alto grado de contaminación ambiental producido por sus grandes industrias.
Sin embargo, a pesar de la creciente conciencia ambiental en materia de arborización urbana, se requiere de mayor planeación y bases científicas pensando en el futuro.
"No hay mal árbol sembrado, sino mal ubicado", recalca Gabriel Maya , jefe e la Unidad de Paisajismo de la Secretaría de Obras Públicas de Medellín.
El árbol es uno de los componentes fundamentales del espacio urbano que, además de contribuir al equilibrio ecológico, a la protección del hombre y al mejoramiento de su hábitat, se debe adaptar a las características propias de los suelos de la ciudad, y su belleza y comportamiento también estén en armonía con el medio.
Es imposible concebir una ciudad sin árboles: sin su contribución a la purificación del aire, sin poder disfrutar de su sombra y del deleite de sus formas, colores y frutos.


No hay árboles malos para la ciudad, sino sembrados donde no deben estar porque pueden ocasionar perjuicios a los seres humanos que pueden hasta amenazar la seguridad. Asesórese antes de plantarlo.



(EL COLOMBIANO Medellín, domingo 22 de mayo de 2005)
Juan Guillermo Duque


Fuente: Unidad de Paisajismo, Secretaría de Obras Públicas. Libro Árboles del Valle de Aburra de Teresita Varón P. y León Morales S. Fotos: Cortesía de J. Alberto Londoño F. fotografía: Ricardo Ramírez P.